Sábado noche. La nocturnidad del momento se proyecta desde mi ventana con destellos luminosos de las farolas LED que hay en la calle. En mi pared televisiva suena un anuncio sobre las nuevas experiencias vívidas que venden en los canales de pago, siempre pienso en animarme, pero las únicas económicas son las que están repletas de figurantes chinos, y soy de la opinión de que una experiencia vívida en el China Town, envuelto en olor de calamar frito, comiendo perro a las tres delicias y rechazando cerveza fría, no vale mi dinero. Sobre la mesa hay un tubo vacío que gotea un líquido azul brillante sobre el suelo, además de las porciones de pizza que me raciono entre las escenas de película que la publicidad me permite ver. Siempre pienso en pagar la mensualidad extra para que me quiten los anuncios, pero prefiero gastar ese dinero en alcohol.
lunes, 29 de febrero de 2016
lunes, 22 de febrero de 2016
Capítulo 3: Traductor salvaje
El aterrizaje tuvo
lugar mientras el regusto de mi boca seguía siendo asquerosamente
marrón. A la hora de desembarcar, Chomelo dirigió su voluptuoso
cuerpo hacia mí para acariciarme la cara con una mano mientras me
decía lo mucho que se había equivocado conmigo. Calmé sus palabras
diciéndole que no se preocupara, me pasaba a menudo, la gente
parecía incapaz de entender mi superioridad en un primer vistazo.
Mientras los latidos de mi cuerpo bombeaban sangre hacia mi
entrepierna, fui consciente del movimiento de la suya, formando una L
parecía echarla hacia atrás con otro fin distinto al real, que no
fue otro que estampar su femenina rodilla depilada contra mi peluda y
descuidada entrepierna.
- Entérate de quién está al mando, memo. - grita mientras me desplomo. - La próxima vez que descendiendo a un planeta me toques el culo, te corto la mano.
Pienso en la
posibilidad de reprenderle algo, pero tiene razón, la cabina de
descenso era muy ajustada y no podía ver lo que hacía. En su
inocencia piensa que fueron mis dedos quienes pudieron disfrutar de
sus lustrosas posaderas, cuando fue mi apéndice de carne quien hacía
de las suyas.
lunes, 15 de febrero de 2016
Capítulo ?: Nunca he sabido dibujar
Tengo seis años y
me encuentro sentado a una mesa redonda con otros tres compañeros,
haciendo dibujos sobre el papel. Los viernes a última hora tenemos
una hora que dedicamos únicamente a dibujar como antiguamente, de
forma analógica, con lapiceros sobre papel. Tengo compañeros
capaces de dibujar diferentes animales, yo apenas soy capaz de
sincronizar mi psique con los dedos de mi mano para dibujar una
sencilla casita, pero no me agobia, a mi lado se sienta María,
siempre dispuesta a ayudarme.
- ¡Jo! No tengo
rojo para el tejado.
María me sonríe
con su desigual fila de dientes mientras señala con la cabeza el
estuche de pinturas que trae puntualmente todos los viernes.
- Cógelo Rex, yo
te lo dejo.
En una maniobra
propia de un trilero manco hago que todas las pinturas del estuche
caigan al suelo. Las otras dos personas de la mesa se ríen y los
demás compañeros les imitan. Todo el mundo deja de hacer lo que
estaba dibujando para tirarse sobre el suelo esperando hacerse con la
mayor cantidad de lápices de colores. María no.
- No pasa nada Rex,
a mí se me caen siempre. - dice con dulzura.
Mientras los demás
siguen de rodillas recogiendo el mayor número de colores ella se
acerca a mí para recoger los que han caído sobre mi regazo, sin
darse cuenta posa su mano sobre mi pequeña protuberancia de la
entrepierna y la agarra de forma sólida, aunque sin hacerme daño.
No se da cuenta de lo que acaba de hacer, pero la señal que envía
mi cuerpo es clara.
- «Rex, esto es la
hostia.»
lunes, 8 de febrero de 2016
Capítulo 2: Más hombre que muchos
Me gusta la idea de la misión que
hemos de cumplir. Al parecer hace ya una buena cantidad de años se envió a una
galaxia lejana, a un planeta habitable que no albergaba mayores peligros que
roedores menores, a un científico de la federación y una bióloga, su misión era
la de iniciar la vida allí desde cero, la cosa sonaba bien, iban a pasar más
tiempo en la cama que en cualquier otro sitio. Una putada para la bióloga, por
eso de ser el útero y la vagina dispensadora de la nueva civilización, pasar a
estar siempre en periodo-embarazo, a la vieja usanza. Intentaban extirpar el
gen guerrero de la humanidad, intentar crear una civilización pacífica y
positiva desde la base… Yo creo que una civilización creada a partir del
incesto nunca puede llevar a nada bueno, pero nadie me ha pedido mi opinión.
Perdido el contacto, y pensando en la necesidad de enviar carne nueva que
ampliase la diversidad genética, se envió a un segundo grupo, más numeroso, al
mismo planeta. Esperaban repoblar más rápido y con mayor diversidad. Mantenían
el contacto unos días con Tierra, hasta que de nuevo, se perdían las
comunicaciones y no se sabía nada. El tercer viaje fue realizado por el
ejército, al planeta llegaron personas entrenadas y armadas, preparadas para la
amenaza. El objetivo era descubrir qué sucedía en este planeta paradisiaco para
que no prosperara el ser humano. Nada se supo entonces de las tropas enviadas.
Ahí quedó todo. El proyecto fue desechado hasta hoy. El cuarto viaje será el
último.Debemos averiguar qué sucede en este planeta. Yo lidero la misión, y sin
que nadie me lo pida, pienso sacrificarme por los míos, poblaré ese planeta con
mis vástagos, sólo necesito una mujer, sólo la necesito a ella.
lunes, 1 de febrero de 2016
Capítulo 1: Me parece cojonudo
Según la nueva normativa, en este
nuestro año 3.257 del Señor, se ha restringido la experimentación voluntaria
con fármacos, así como la experimentación con productos experimentales terrestres
o alienígenas a cinco. Es decir, me han cortado el grifo. Estoy jodido. Por mis
venas han pasado gran número de estos fármacos y productos. Hay gente que lo
consideraría una filosofía de vida, pero es que en mi caso era mi forma de
conseguir dinero para llevarme algo a la boca. Joder, mi estómago fue el
primero en digerir un melocotón de la galaxia Enana Flora, con ese nombre uno
esperaría algo más que la mierda que tuve que digerir: recuerdo cómo tiempo
después de comerla empecé a oír llantos en mi estómago, me obligué a vomitar y
el fruto a medio digerir salió corriendo por mi apartamento tapándose los ojos
mientras lloraba. Al final resultó que el planeta Huebo II contaba con una
toxina atmosférica que, unida a la composición de su superficie, hizo del
planeta una zona perfecta para plantar opiáceos, joder, puedes plantar una
lechuga en ese planeta, y te dará un cuelgue más bestia que el de 10 viales de
kush. Gracias a mi estómago y a mi experiencia con la fruta de ese planeta, he
conseguido dispersar a los camellos de la droga por lo ancho de la galaxia,
lejos de la Tierra. Mierda, me siento orgulloso de mi trabajo. ¿Y ahora qué? Me
cortan el grifo, y no hay más… ¿Un máximo de cinco experimentaciones por
humano? Jodida burocracia, que dejen que me ensucie el cuerpo todo lo que quiera,
libre albedrío y esa mierda, ¿no? En cada jodido planeta hay mujeres que venden
su cuerpo, ¿no? ¡Cojones! Pero si incluso leí el otro día en los foros que en
el meteorito TX-D que se dirigía inexorable hacia Marte, para borrarlo del mapa
cósmico, había una colonia de prostitutas alienígenas, ¡no me jodas! Y yo sin
poder seguir experimentando con mi cuerpo, porque con mis actuales ciento sesenta
y cuatro pruebas, imagino que me paso un poquito bastante de los márgenes
establecidos por esta nueva normativa.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)