jueves, 16 de junio de 2016

Capítulo ???: El agua es vida

Estamos en mi habitación, tumbados sobre mi cama con ropa. Parece que va a ser otra de esas tardes aburridas, y yo tengo hambre, pero no me atrevo a levantarme e ir hacia la cocina. Con ella delante, no. Cada vez pasa más tiempo conmigo, lo que estaba bien al principio, pero uno necesita su tiempo: hacer de vientre cuando quieras y durante todo el tiempo que quieras, poder peerte al gusto, ese tipo de cosas, joder. Pero no, hasta sabe Dios cuándo seguirá por mi casa, mi estómago no deja de rugir, siento cómo los jugos gástricos intentan deshacerse de las paredes interiores de mi estómago, la nevera de mi cocina se encuentra llena de distintos tipos de embutido, tengo pan del día que trajo mi madre, fuera hace calor, y el sistema térmico autorregulado de la casa de mi progenitora está jodido, por lo que la sensación atmosférica es "atardecer africano". El verano que nos asola ha sido traído por una corriente de aire del continente negro o no sé qué historia, pero el caso es que se me hierven las pelotas si me pongo pantalones largos. Y con toda esta presión: el hambre que azota a mi cuerpo, el calor que quema mis células, el sudor que me pega el pelo en la cara; y ELLA sigue hablando, no para una vez ha empezado.

- Así que podrías empezar poco a poco, ¿sabes? Progresivamente, no tienes por qué hacer el cambio de golpe, entiendo que puede ser complicado.

- "No entiendes una mierda, jodida arbórea zoofílica, es cuestión de evolución de las especies." - no le digo. Me limito a soltar todo el aire de mis pulmones en un resoplido que no parece percibir. - Claro, cariño, tienes razón, puedo hacerlo de forma progresiva. - sí que le digo.

- Gracias por hacer el esfuerzo amor, es lo más indicado. Me iré en un rato porque tengo una reunión de veganos, te llevaría, pero todavía no eres uno de nosotros, espero que lo entiendas, no te molesta, ¿verdad?

Jodida secta de mierda, la religión del nuevo siglo, ¿por qué se lastra tanto el ser humano con tonterías? Me imagino a tres maricas de pelo desaliñado abrazados en torno a una mesa y gritando a coro cánticos sobre la supremacía del anacardo como especie superior a la que proteger. Me la sudan sus grupos de abraza-árboles y besa-conejos, odio a la gente que pone a los animales por encima de los seres humanos. Luego la muy hipócrita se retuerce de placer cuando compra una camiseta de marca tirada de precio en rebajas, cuando la media de niños muertos por camisa debe ser de 4:1. Sin comentarios. Pero, ¿qué puedo hacer? Hace unas felaciones de puta madre, y ante eso, no puede hacerse nada.

- Antes de irme quiero que veamos otras vez "los vídeos", para que no se te olvide por qué hacemos esto. - Ante mi mueca de asco, insiste sonriendo. - Venga, sabes que es importante para mí. Y me gusta recompensar los esfuerzos que haces por mí.

Así que no tengo otra más que asentir y entrecerrar los ojos mientras ella le da al play, ante mis ojos desfilan las mayores carnicerías sangrientas que hayas podido imaginar en tu vida: animales maltratados o descuartizados en vida, fotos de granjeros golpeando cabezas de ganado, toros agazapados en plazas atestadas de gente que se levanta y grita, práctica que no termino de entender pero que parece que fue popular en esta región del planeta hace cientos de años. El pobre animal intenta ponerse de pie mientras siguen asaeteándolo, vomitando sangre. No dejo de poner extrañas muecas de asco e intento mirar hacia otro lado, pero ahí es cuando llega mi recompensa, noto un pequeño tirón de mi cremallera y ella se pone a hacer con la boca mientras yo la miro durante unos segundos, no tarda mucho en darse cuenta de que la miro y avergonzada me dice que odia que la mire mientras me da placer, que mire a la pantalla.

Así que ahí estoy yo, con una erección del demonio y mi novia del momento haciéndome feliz mientras mi miembro acaricia su campanilla. Viendo cómo un cerdo empieza a berrear mientras ve cómo matan al que se encuentra delante suyo en una infinita cola de gorrinos que hay en una planta cárnica. No se me ocurre nada más enfermizo, mi semilla sale a borbotones mientras el toro vomita sangre sobre la arena, algo no funciona bien en mi cabeza, pero debe funcionar muy puto peor en la suya. Me dejo caer sobre la cama y ella me da un beso en la mejilla antes de despedirse de mí y salir por la puerta. ¿Qué cojones estoy haciendo con mi vida? Tengo 17 años y novia que me la chupe, pero me parece que me estoy perdiendo algo en la vida.

...

Desde que me besara por última vez, no hemos vuelto a vernos, cosa que agradezco pues fue uno de los momentos más vergonzosos de mi vida. Intercambiábamos fluidos bucales en un sofisticado beso a tornillo capaz de descorchar un vino añejo, cuando sentí en mi boca una agria y densa sopa de verduras con tropezones que venía de la suya. ¡La muy cabrona me ha vomitado en la boca!, me digo. Las lágrimas no dejan de salir en tropel de sus ojos mientras me grita, con el brazo extendido señala los restos de un bocadillo que comiera esta mañana, olvidé deshacerme de las pruebas, soy un novato de la vida. Sobre la mesa residen los restos de un nutritivo y delicioso bocadillo de chorizo.

- ¿Cómo has podido, asesino? ¡Criminal! Ese animal no nació para alimentarte, hediondo depredador de seres vivos.

- Ni tú para vomitarme en la boca, pedazo de cerda.

Debido a la excitación del enfado no siento el sabor de su vómito en la boca, las palabras no dejan de salir de mi lengua en cascada, me siento como una metralleta sin bloqueo, no hay quien me pare:

- Que te jodan loca de la cabeza, es la última vez que vienes a mi casa, ¿me has oído? Satisfácete tú sola con tus pepinos y tus zanahorias, joder, estoy harto de tus vídeos de mierda, enferma de la cabeza. Que estás loca, joder, ¡loca de verdad!

Un sonoro y ensordecedor portazo pone fin a nuestra relación. Ya no habría más mamadas para mí, ni degollamientos animales al tener sexo, sé que echaría de menos lo primero, pero me sentía aliviado por no tener que volver a ver lo segundo. En mi fuero interno empezaba a preocuparme que mi mente entrelazase el dolor animal con el placer del sexo. Pero tuve suerte de que no fuera así.

Mi primera relación con las mujeres. Todos hemos tenido una, claro que sí. Pero si algo bueno tiene esta historia es que aún no ha terminado. Las cosas podrían haber quedado así, formar cada uno su vida y coincidir veinte años después en la cola del supermercado, ella haciendo la compra de la semana con un anillo de casada en el dedo y yo pagando un paquete de doce latas de cerveza. Pero no, soy mala persona. Se me dan mal las mujeres, y no lo digo por decir, joder, maté a mi primera novia. Literalmente.

...

Mi madre se despide dándome un beso en la mejilla antes de irse al trabajo, me hace prometer que voy a ir a clase, y asiento, aunque ambos sabemos que no iré. Se crea una pausa en la serie que estoy viendo para dar paso a los anuncios y a las micronoticias, como si a alguien le importase lo que pasa en el mundo. La pared televisiva de la cocina es antigua y funciona con mando a distancia, un barrido con la cabeza es suficiente para ver que el mando se encuentra a diez, quince, quizás veinte pasos. Miro el tazón de cereales y me doy cuenta de que la densidad y consistencia de mi desayuno sumergido en leche podría verse muy alterada si me acerco a por el mando, por lo que lo dejo estar y no cambio de canal. Es entonces cuando una micronoticia sacude mi sistema nervioso. No me puedo creer lo que veo.

- Así es, Samantha, durante toda esta semana estará disponible para todo el público "la prueba verde", como la llaman. Por primera vez en la historia del ser humano, y mediante tecnología inmersiva, podremos saber lo que sienten una planta o un fruto al ser arrancados. ¿Qué opinas?

- Muy interesante, Tom. - la presentadora mira fijamente a cámara sonriendo sin realizar ningún otro gesto, como una figura de cera.

Una pequeña pizca de malicia se apodera de mi psique, tenía que llevar a Sonia allí. Hacía dos meses que no sabía nada de ella, pero merecería la pena, joder. Había jodido mi cabeza con tantos vídeos de animales sufriendo, que le tocaba probar su medicina. Para cuando reapareció en pantalla la serie que estaba viendo ya no podía pensar en otra cosa, sabía que ella se encontraría camino a clase, por ello no lo dudé ni un segundo, llamé repetidas veces hasta que decidió contestarme.

- Hola, ¿qué coño quieres, idiota?

- Perdona por todo, nena, pero tenemos que vernos.

- ¿Qué?

- Es importante, cuando salgas de clase ven a buscarme, tenemos que ir a un sitio, luego te cuento.

- Vale...

Apunto la dirección del edificio en el que se llevaría a cabo la prueba, un rápido cálculo sobre la hora a la que ella llegaría me hace suponer que podremos ser de los primeros en llegar. Me tiembla el pulso y siento un calor agradable dentro del cuerpo, sonrío de oreja a oreja. Estoy planeando un asesinato sin saberlo, y estoy disfrutándolo.

...

Nos encontramos haciendo cola sin hablar, no he querido decirle de qué se trata todo esto y ella está enfadada por ello, a mí me sudan las manos, que no dejo de frotar en los pantalones.

- ¿Qué hacemos aquí? Déjate de misterios y tonterías de una vez.

- Es algo que querrás comentar con tus amigos de gremio...

Siento que estoy hablando más de la cuenta, me pongo nervioso, no quiero cagarla apresurándome y que se vaya. Se forman gotas de sudor en mi frente.

- ¿Qué gilipolleces dices? ¿Ya estás como siempre?

- No, no, perdona, estoy algo nervioso. Te he echado de menos este tiempo, no dejo de pensar en ti, está siendo difícil...

- Te entiendo, me pasa lo mismo, no puedo pensar en nadie más. La verdad es que estábamos bien, ¿no te parece?

- Sí, extraño esos días...

Mentira. A las 22:15 estoy cada noche con la bolsa de la basura en la mano, esperando a que salga la vecina. Tiene veinticuatro años y lleva unos short criminales, debe saber que la espero, sale muy arreglada para tirar la basura, pero el novio llega cansado del trabajo y le hace poco caso. Subiendo por las estrechas escaleras del edificio después de tirar la basura solemos rozar nuestro cuerpos mientras hablamos. Fantaseo con el día en que cierre la puerta de mi casa con ella dentro, dispuesta a pasar un buen rato.

- ¿Qué te pasa? Estás como ido. - me pregunta Sonia en la cola de acceso a la habitación del experimento.

- Nada, estaba pensando en nosotros, perdona. - miento mejor de lo que dice mi madre, porque ella se toca al pelo al oírlo y baja la mirada sonriendo.

Un par de amigos que se encontraban delante nuestro salen de la sala hablando entre ellos, ambos con la cara desencajada, los hombros cargados y los cuellos erguidos.

- Joder tío, menuda animalada...

- No me lo puedo creer, en serio.

Sus comentarios confirman mis sospechas, mi plan funciona perfectamente. Una chica muy atractiva nos dice que podemos pasar, en la sala hay un par de sillas blancas, tan pronto como tomamos asiento nos ponen un casco parecido al de una moto a cada uno. Pesa bastante, pero no es incómodo. En el cristal podemos ver una lechuga en un huerto, una voz presenta lo que vamos a ver a continuación, me pierdo entre tantas explicaciones.

- (...) De forma que podremos conocer lo que siente una verdura al ser arrancada de su hábitat. Hemos realizado varias pruebas, y podemos confirmar que sucede de la misma forma en todas ellas. En el caso de las frutas cogidas de los árboles el efecto es menos intenso, pero sucede lo mismo. ¡Adelante!

Y sin más tiempo para prepararme, un hombre de bata blanca arranca la lechuga del suelo, de un sólo tirón enérgico y vertical, el sonido que llega a mis oídos es un grito lastimero y terroso que llega hasta el fondo de mi tímpano, un berreo intenso y suplicante. Un estertor de muerte. La sensación es más grande de lo que esperaba, mis ojos se humedecen mientras los cierro, aprieto los dientes con impotencia, tenso los músculos de mi cuerpo en un acto reflejo mientras se me pone la piel de gallina. Vuelvo a la realidad al oír un grito a mi derecha. Para cuando me quito el casco ella no está en la sala. Salgo corriendo y no la veo, me encuentro mal conmigo mismo y empiezo a llamarla sin parar por teléfono. Nadie contesta, rompo a llorar sin entender bien por qué.

- Soy un mierda... - me digo.

...

Todo el mundo comenta el tema en clase. "La prueba verde" fue un éxito que sacudió todos los medios, no existía ningún otro tema de conversación, empezaba a oírse hablar de un movimiento nuevo, una corriente llamada aquarismo. Desde que volviéramos a vernos habían pasado tres semanas. No había faltado a clase un solo día, esperando verla, sin suerte. La profesora traía las noticias que esperaba.

- Hoy no daremos clase, quiero hablaros de vuestra compañera Sonia. No es fácil para mí decir esto, pero como sabréis algunos de vosotros, ella no comía carne, era vegana. Al parecer escuchó hablar del aquarismo, dejó de comer, sólo bebía agua, y por ello... - a la profesora se le quiebra la voz mientras mi corazón galopa en el interior de mi pecho - Falleció ayer por la noche, pesando treinta y cinco kilos.

El silencio del aula queda roto cuando me limito a coger la mochila y tras levantarme, salir de la clase. A día de hoy sigo sin recordar la vuelta a casa. Me sentía muerto y sin fuerzas, no lloraba, ni sudaba, tampoco pensaba sobre nada en concreto. Ese día dejé el colegio, para no estudiar nunca más. En mi cabeza reverberaba una expresión que empezó a extenderse con la muerte de varios aquarianos.

- El agua es parte de la vida, pero por sí misma no lo es todo.

Tardé mucho tiempo en siquiera acercarme a una chica, y aún cuando lo hacía no eran más que encuentros fugaces, jamás tuve otra pareja. Nunca crearía lazos con alguien, iría a lo mío, era un asesino. Jamás encontraría a una chica que hubiera pasado por algo tan complicado, una mujer de verdad que no juzgase a los demás. Una mujer fuerte.

- ¿Qué cojones, miras?

- ¿Eh? Nada, nada... ¿Y esa manzana? ¿Eres vegetariana?

- ¿Que si soy qué? No soy gilipollas, gracias. Nada como un buen filete, aunque aquí estamos jodidos.

- Ya... - No dejo de mirar cómo le da mordiscos a la pieza de fruta.

- Me sacas de quicio, memo, acábatela tú. - y me lanza media manzana que capturo al vuelo.

Es el primera día de misión y nos dirigimos a un planeta en el que no parece haber nadie, todavía no he tenido la ocasión de hablar con el maquinista, y el negro parece mudo. Creo que al fin ha llegado mi momento. He leído los informes de cada uno. Estoy al mando y nos dirigimos a un planeta desierto con un homosexual gigante y alguien que mantiene relaciones sexuales con su mujer imaginaria. Nunca se me han dado bien las mujeres, pero nunca he tenido tantas posibilidades. Me acabo la manzana y oigo que me llaman desde cocina por el altavoz, dirijo mis pasos hacia allí mientras sonrío.

- La he encontrado, Mamá. ¡La he encontrado! - pienso.


Soy el jefe de esta misión, nada puede salir mal, ¿no?

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